Llevando a primer plano la palabra Lope de Vega escribió en 1634 su poema satírico La Gatomaquia. Siguiendo las reglas de ese juego lingüístico propuesto por el poeta en forma de verso, hace ya cuatro siglos, el director Héctor Manuel Vidal realiza una adaptación teatral moderna en la que los recursos para transmitir y resaltar la palabra se adueñan de la escena.
En un campo teatral en el que últimamente se prioriza lo corporal, Vidal se interesa en esta obra por “lo contado”. Enfoca su puesta en lo sonoro del discurso y logra mantener el nivel de atención a lo largo de un texto que puede resultar, en un inicio, engorroso. El elenco (Cecilia Sánchez, Jimena Pérez, Diego Arbelo, Leandro Núñez) desborda talento interpretativo. Cada actor representa más de un personaje y en conjunto se ponen literalmente el teatro Victoria sobre los hombros: tocan los instrumentos que musicalizan la obra, cantan ópera y rap, bailan y además, manejan los elementos técnicos como la iluminación, la escenografía y la amplificación.
Inmersa en un humor paródico La Gatomaquia narra una historia de amor, celos y muerte protagonizada por un grupo de gatos: Zapaquilda (la gata), Marramaquiz (el novio de Zapaquilda) y el extranjero Micifuf. Pero La Gatomaquia dista de ser una simple historia de desengaños. Lope de Vega generó una distancia enunciativa al elegir animales como personajes para realizar una crítica directa a la palabra “culta” de su época, y en ese afán de crear una sátira irónica construyó versos que mezclan lo poético presuntuoso con el lenguaje banal y cotidiano.
Manuel Vidal rescata en Gatomaquia lo lúdico de este planteo y enfatiza el juego de máscaras. No hay disfraces reales, no hay maquillaje, los actores se tornan en gatos mediante su gestualidad, y así también se desdoblan en varios personajes. La máscara que significa encarnar esos gatos es ese fingir que el poeta portugués Fernando Pessoa plantea, en una frase que se encuentra citada en el hall del teatro: “El poeta es un fingidor, finge tan completamente que llega a fingir que es dolor el dolor que de veras siente”. Vidal dialoga mediante este intertexto con Pessoa y sus heterónimos, y genera un nexo con La Gatomaquia incluida en el libro Rimas humanas y divinas bajo la firma del licenciado Tomé de Burguillos, un heterónimo de Lope.
La puesta exalta lo paródico del texto original y lo actualiza, mediante una mezcla de lenguajes escénicos. El director entiende que la lírica de una silva medieval bien podría ser hoy en día la musicalidad de un rap, o que un pasaje amoroso puede ser representado como una escena de ópera. En esa apertura representativa, pocos elementos escénicos acompañan a los personajes. Un bastidor blanco, de fondo, vira como puzzle para ser un balcón o una pantalla cinematográfica en la que se proyecta la filmación del dictamen de un jurado.
Gatomaquia escapa a los facilismos: logra hacer reír mediante la difícil adaptación de versos antiguos, despliega un trabajo actoral de extremado rigor, viste su escenografía únicamente con un bastidor blanco. Una conjunción de interpretación y creatividad de quien lleva el teatro en el alma.
Texto: Lope de Vega
Dirección: Héctor Manuel Vidal
En cartel: Teatro Victoria, viernes y sábados 20:30, domingos 18:30
En un campo teatral en el que últimamente se prioriza lo corporal, Vidal se interesa en esta obra por “lo contado”. Enfoca su puesta en lo sonoro del discurso y logra mantener el nivel de atención a lo largo de un texto que puede resultar, en un inicio, engorroso. El elenco (Cecilia Sánchez, Jimena Pérez, Diego Arbelo, Leandro Núñez) desborda talento interpretativo. Cada actor representa más de un personaje y en conjunto se ponen literalmente el teatro Victoria sobre los hombros: tocan los instrumentos que musicalizan la obra, cantan ópera y rap, bailan y además, manejan los elementos técnicos como la iluminación, la escenografía y la amplificación.
Inmersa en un humor paródico La Gatomaquia narra una historia de amor, celos y muerte protagonizada por un grupo de gatos: Zapaquilda (la gata), Marramaquiz (el novio de Zapaquilda) y el extranjero Micifuf. Pero La Gatomaquia dista de ser una simple historia de desengaños. Lope de Vega generó una distancia enunciativa al elegir animales como personajes para realizar una crítica directa a la palabra “culta” de su época, y en ese afán de crear una sátira irónica construyó versos que mezclan lo poético presuntuoso con el lenguaje banal y cotidiano.
Manuel Vidal rescata en Gatomaquia lo lúdico de este planteo y enfatiza el juego de máscaras. No hay disfraces reales, no hay maquillaje, los actores se tornan en gatos mediante su gestualidad, y así también se desdoblan en varios personajes. La máscara que significa encarnar esos gatos es ese fingir que el poeta portugués Fernando Pessoa plantea, en una frase que se encuentra citada en el hall del teatro: “El poeta es un fingidor, finge tan completamente que llega a fingir que es dolor el dolor que de veras siente”. Vidal dialoga mediante este intertexto con Pessoa y sus heterónimos, y genera un nexo con La Gatomaquia incluida en el libro Rimas humanas y divinas bajo la firma del licenciado Tomé de Burguillos, un heterónimo de Lope.
La puesta exalta lo paródico del texto original y lo actualiza, mediante una mezcla de lenguajes escénicos. El director entiende que la lírica de una silva medieval bien podría ser hoy en día la musicalidad de un rap, o que un pasaje amoroso puede ser representado como una escena de ópera. En esa apertura representativa, pocos elementos escénicos acompañan a los personajes. Un bastidor blanco, de fondo, vira como puzzle para ser un balcón o una pantalla cinematográfica en la que se proyecta la filmación del dictamen de un jurado.
Gatomaquia escapa a los facilismos: logra hacer reír mediante la difícil adaptación de versos antiguos, despliega un trabajo actoral de extremado rigor, viste su escenografía únicamente con un bastidor blanco. Una conjunción de interpretación y creatividad de quien lleva el teatro en el alma.
Texto: Lope de Vega
Dirección: Héctor Manuel Vidal
En cartel: Teatro Victoria, viernes y sábados 20:30, domingos 18:30
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