16 de abril de 2008

Don Gil de las calzas verdes: Cuadros dentro de cuadros

Del 10 al 13 de abril la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España presentó la obra Don Gil de las calzas verdes de Tirso de Molina en el Teatro Solís. Un numeroso elenco bajo la dirección de Eduardo Vasco se empeña en mantener vivos los textos clásicos para no olvidar los orígenes y para homenajear al preciosismo del idioma español reflejado en las obras del renacimiento, barroco y romanticismo.
Don Gil de las calzas verdes es una comedia de enredos que Tirso de Molina editó en 1635. El nudo central del conflicto reflexiona sobre los engaños amorosos, la conveniencia económica del matrimonio y, sobre todo, las apariencias en los seres humanos. La puesta de Vasco enfatiza en la representación escénica de ese juego de apariencias. Como elemento escenográfico constante, a modo de leitmotiv, apela a la presencia de retratos de estilo renacentista, que atraviesan los discursos de los personajes: al trasvasar las escenas y escenarios actúan como imágenes tanto identificables como intercambiables.
Los rostros actúan como máscaras que exhiben pero a la vez ocultan. La presencia constante del marco descubre el ambiguo contrapunto entre la realidad y la ficción. Los marcos no son sólo los de las pinturas, una iluminación cenital encuadra varias escenas y delimita geométricamente el espacio ficticio de la representación. Una marcada utilización de claroscuros delata el signo de lo encubierto.
Es en ese juego de confusión de roles que el texto plantea los enredos cómicos de los que está plagado. El elenco español interpreta, con la gracia que se exige, cada personaje a la perfección, sin altibajos, prestando especial atención en la dicción y entonación para mantener la sonoridad de la versificación. Este riguroso entrenamiento rescata, a cada momento, el valor de los apartes en que los personajes se dirigen directamente al público: verdadero testigo absoluto que acompaña la trama conociendo todos los secretos de los engaños representados.
Para empapar la atmósfera de clasicismo, los acordes dulces de un arpa que es tocada en vivo invaden el escenario. La presencia del músico como otro testigo cabal, suma momentos cómicos al verse también comprendido como personaje. Un coro que aparece en los momentos de transición de la acción refuerza la musicalidad de un texto plagado de ingeniosos juegos de palabras.
Los vestuarios, imponentes en su colorido y confección, adquieren su importancia desde el desarrollo propio de la anécdota. El Don Gil, es uno y pasa a ser varios, pues se define como tal por su vestimenta, por sus calzas verdes, que esconden la verdadera personalidad de una mujer que se hace pasar por hombre en pos de recuperar a su amado. En medio de lo oculto una disposición frontal de la escena, donde los actores entran y salen del espacio dirigiéndose de frente al público, genera un quiebre que hace posible la elaboración de una complicidad necesaria en el encuentro.



La cantidad de actores en escena (18 personajes) refuerza el tono de enredo y consigue transmitir la complejidad del argumento propuesto por Tirso de Molina. Respetando las características del teatro barroco Don Gil es una comedia que trata sobre el honor: la protagonista se lanza en busca de su amado, para mantener intacta su dignidad. Tirso de Molina plantea una inversión de roles al colocar en el papel clásico del galán a una mujer que hace y deshace por medio de su seducción. Ese estado ambiguo de indefinición es el impulsor de la intriga y la acción sobre la que se sostiene Don Gil...
Durante la visita de este elenco español el Teatro Solís se transformó en un corral de comedias como aquellos que a finales del S.XVI y comienzos del S.XVII sirvieron de escenario para representar centenares de textos dramáticos del prolífico Siglo de Oro español.
Sobre La Compañía
La Compañía Nacional de Teatro Clásico es una unidad del Instituto Nacional de la Artes escénicas y la Música, bajo la órbita del Ministerio de Cultura de España. Fue creada por Adolfo Marsillach en 1986 y actualmente, Eduardo Vasco es su director desde setiembre de 2004.
Ponen en escena obras de la literatura dramática escrita antes del periodo realista, siendo su repertorio esencial el teatro Barroco, el del Renacimiento y los textos del Romanticismo. Trabajan con autores nacionales indispensables ,pero también desconocidos e incorporan textos de autores clásicos internacionales.
Su objetivo es escapar a la escenificación del teatro clásico de manera museística; apelan a las formas actuales, para conseguir un nexo de unión entre el espectador de hoy y los autores del pasado. Les interesa el trabajo sobre la palabra, destacando la belleza y la variedad del lenguaje utilizado por sus antepasados.
La Compañía posee dos elencos de actores especializados, mientras uno sale de gira por las ciudades de España y el exterior el otro se presenta en su sede en Madrid. En su página web pueden seguirse sus actividades y leerse las novedades en un boletín mensual http://teatroclasico.mcu.es

Autor: Tirso de Molina
Director: Eduardo Vasco
Teatro Solís: del 10 al 13 de abril 21 hs

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