12 de noviembre de 2009

Por Buenos Aires I. Lote 77 de Marcelo Minnino: Sinceridad carnal

¿Qué es la hombría? ¿Quién establece las reglas que la definen? ¿Cómo se construye? Tres hombres sobre un escenario con piso de cemento miran hacia su interior a la vez que cuestionan su exterior dejando aflorar sensaciones y sentimientos íntimos que quiebran ese contexto frío. El director y dramaturgo Marcelo Minnino realizó junto a los tres actores (Andrés D’ Adamo, Lautaro Delgado, Rodrigo González Garillo) una investigación sobre la serie de preceptos que definen al varón, parándose sin inocencia desde un submundo promachista: el entorno rural. Su dramaturgia fue impulsada por una necesidad autorreferencial, desde la identidad de su género, sin buscar la caricatura ni el cliché. Minnino trasladó a esa búsqueda rasgos de su experiencia personal: nació en la localidad agrícola de Salto (Provincia de Buenos Aires) y trabajó varios años con su padre en la producción ganadera.

El teatro del Abasto es el ámbito perfecto para recrear una especie de galpón en el que se distinguen tres tranqueras, y por delante, en un primer plano, una canilla y agua que corre, casi constantemente. Como elemento primario el agua es clara alusión a lo esencial y será el elemento guía de las develaciones más íntimas. En un acto de fortaleza inicial uno de los personajes toma una manguera y moja abundantemente todos los rincones de la escena. Así comienza a establecerse el código que atraviesa la obra: el hombre, al igual que un animal, marca su territorio: el espacio escénico donde se desarrollará esta contienda entre tres especímenes machos. De ahí en más el recurso del paralelismo entre la condición varonil y las tareas rurales de la cría de ganado, con sus normas rígidas y rutinarias, llega sin más (en varias situaciones) a lo profundo del sinsentido. El simple acto de orinar en un mingitorio, por ejemplo, puede transformarse de una situación cotidiana a una acción incómoda y hasta imposible, que trae al tapete la condición vouyerística masculina no necesariamente ligada a su curso entendido como natural. Ciertas fisuras de lo aparente se deslizan, nada que un corte abrupto de la acción (como borrón y cuenta nueva) intente reparar de forma forzosa e inoperante.

Varios pilares arraigados afloran en los discursos. La herencia como “el deber ser”, la herencia como carga maldita se despliega en los recuerdos de infancia de estos tres personajes que en su desesperación por entenderse recurren a la memoria. En un diálogo frontal, siempre de cara al público, estos seres se exponen e indagan en los resquicios de esa memoria, por momentos, no tan clara. La despliegan a modo de narración recurrente en su afán por comprender esos, a veces, “absurdos” mandatos.

Entre hombres establecerse como autoridad es ley. Sin perder de vista ese funcionamiento Minnino logra entre los tres actores una dinámica en la que siempre, una de las voces, guía y establece las reglas que organizan la escena. Esa voz indica el “deber ser” de cada personaje en cada momento, y castiga si alguno se sale de lo previsto. Una campana organiza las posiciones y las actitudes de cada rol de acuerdo a la regla elegida (de modo similar a las propuestas establecidas en las puestas de teatro improvisado) Así, un personaje pasa a ser aquel niño débil con los dientes rotos y otro el hombre maduro a punto de sufrir un ataque cardíaco. Las flaquezas, de a poco, comienzan a aflorar. Un excelente trabajo de actuación en el que destaca la versatilidad de Lautaro Delgado, nos traslada a ese interior vulnerable, muchas veces desconocido u ocultado.

Las angustias, las dudas, los sentimientos encontrados van in crescendo. Los personajes van y vienen hacia esa canilla, se empapan, intentan lavarse los sentimientos de culpa, las emociones que no concuerdan con un varón hecho y derecho. La imagen degradada del cansancio mezclada con el agua, que los rescata a la vez que los aminora, es contundente.



El lote es la forma de separar a los animales según sus categorías para ponerlos en venta. Minnino vincula a sus tres personajes como el Lote 77 haciendo referencia a su generación. Una generación marcada muchas veces por la ausencia. La relación padre e hijo como línea transmisora de legado es truncada violentamente en uno de los personajes cuyo padre fue secuestrado durante su infancia. El miedo y la inseguridad atormentan al joven en ausencia de una imagen con qué identificarse. La puesta se convierte en el resultado de un excelente trabajo de investigación acerca de la propia identidad y de su representación que además, dignamente devela, en una sociedad donde “las apariencias” encubren a la realidad.

Esta ópera prima ha recibido diversos premios y menciones entre ellos el Premio Trinidad Guevara 2008, Florencio Sánchez 2008 a Marcelo Minnino como revelación y fue destacada en los Premios Teatro del Mundo en las áreas de dirección, dramaturgia, iluminación y escenografía.


Autor y director: Marcelo Minnino

Elenco: Andrés D’ Adamo, Lautaro Delgado, Rodrigo González Garillo.

Teatro del Abasto. Humahuaca 3549. Buenos Aires, Argentina.

Link: http://lote77web.blogspot.com/

No hay comentarios: