19 de junio de 2009

Las sirvientas: Pulsiones en lucha


Las sirvientas aparecen como dos damas neutras, envueltas en una vestimenta color piel que no las identifica como tales. En su diálogo pronto se descubre el por qué de esa decisión estética, ambas se desdoblan constantemente en varios roles: pueden ser las sirvientas sumisas y serviciales, las empleadas alteradas que traman un asesinato, o pasar a tener (tanto una como otra) las cualidades de su ama.

En su texto Jean Genet se centra en los deseos ocultos y las motivaciones de estos seres marginados y explora (como en El Balcón) acerca de la teatralidad que subyace en la vida cotidiana. La directora, María Varela, investiga en su puesta sobre las pulsiones que luchan al interior de sus personajes. El impulso vital que desborda a estas criadas encuentra su sentido y plenitud en una gran pileta redonda que se transforma en el centro de la escena. A partir de ese centro se desprenden todas las contradicciones que despierta el deseo en los personajes. El agua como elemento asociado a la vida y a la limpieza adquiere un doble carácter de suciedad, putrefacción y muerte. Un imponente vestido rojo asciende desde ese centro y lo atraviesa. Ese vestido resume y personifica la presencia totalizadora de La Señora en la vida de las criadas, que solo se define como vida en relación de dependencia con su existencia. El rojo, que gotea y perturba a lo largo de toda la obra, se mantiene en las alturas como el objeto de deseo inalcanzable y, por tanto, fuente de toda frustración.

La recargada escenografía (a cargo de Osvaldo Reyno) sobre la que transitan, refuerza una atmósfera lúgubre y deformada. Varias prendas desgastadas se revuelcan entre miles de flores de plástico que, más allá de decorar el ambiente, remiten a su significado mortuorio. Ese espacio no es más que la extensión del estado emotivo de los personajes. En su indefinición las sirvientas desean tener otra vida y sus plegarias se transforman en un rito oscuro. Al final del escenario una especie de altar recibe a La Señora sujeto-objeto de devoción, responsable de ese paradójico sentimiento de amor-odio. El diálogo real que mantienen los tres personajes refleja lo absurdo de un vínculo forzado y ficticio. El valor idealizado de ocupar un status queda desarticulado en la excelente interpretación de Pilar de Cartagena que se transforma en una señora con movimientos encorsetados y demasiado irreales para ser ciertos. Ese querer ser vuelve a chocarse con la imposibilidad.

La puesta destaca por un trabajo grupal (en escenografía, vestuario, iluminación, maquillaje y música) que nos adentra hacia el interior oscuro y trastornado de las sirvientas (solventes Pelusa Vidal y Cecilia Baranda) e invita a todos nuestros sentidos a inquietarse o compadecerse.


Autor: Jean Genet

Dirección: María Varela

Elenco: Cecilia Baranda, Pelusa Vidal, Pilar Cartagena

Teatro Victoria: Vier y Sáb 21 hs, Dom 19:30

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