I.
Reflexionar sobre el teatro puede ser una actividad eterna sobre una
experiencia efímera. El encuentro de diez minutos del espectador
con una única actriz, ambos compartiendo el espacio íntimo de una
cama (en medio del flujo cotidiano de una ciudad) es una experiencia
que se vive de modo tan intenso que las palabras parecen sobrar. Todo
lo que está a mi lado es una experiencia de teatro para un solo
espectador, encuentro sobre el que el director Fernando Rubio trabaja
desde hace un tiempo, como lo hizo en su anterior Donde comienza
el día.
Inicio
un viaje hacia atrás, hacia las huellas que imprimió esta
experiencia vivida por primera vez como espectadora. Surgen una y mil
preguntas. La potencia del teatro en el S.XXI es su vitalidad como
expresión artística del encuentro. Y no es poco decir: casi como un
último resquicio de humanidad. Rubio reconoce la potencia teatral de
ese cara a cara, prepara un espacio “otro” en medio de una gran
cuidad con sus ruidos, sus rutinas, toda su cotidianidad que se ve
sorprendida por la presencia de varias camas de sábanas blancas:
imagen potente y teatral si las hay. Ese espacio por diez minutos se
suspende en un tiempo alterno, un tiempo otro, el tiempo de la
ficción que se construye entre dos presencias. Dos personas juntas
compartiendo un espacio íntimo, de concentración mutua el uno en el
otro, de cercanía física, de imaginaciones compartidas. Apartados
del mundo real, inmersos en sus propios mundos ficticios. El
resquicio es posible y se crea con poco. Es individual y a la vez
colectivo, la experiencia es vivida de forma simultánea por seis
espectadores a la vez. Cada quien con una actriz distinta, cada quien
creando su propia ficción. Los espectadores se multiplican: desde la
ventana de un ómnibus, la puerta de un hotel, la vereda de enfrente,
el balcón.
La
invitación conduce hacia el relato potente que parece dirigirse e
individualizarse en el otro, ese que participa como espectador
directo y voluntario. La expectación desde la escucha se vuelve
activa, cómplice y compartida. El espectador atento al relato y las
acciones de la actriz, la actriz atenta a las reacciones de su
espectador. Los gestos, los movimientos de ambos pasan a un primer
plano sensorial extremo. Hay quienes optan por escuchar con los ojos
cerrados, otros sostienen la mirada hiper cercana de la actriz
mientras relata. Sin discusión: en la era del cine 6D la mejor
experiencia sensorial es el encuentro con el otro.
- Cuando el espacio se resignifica nunca vuelve a ser el mismo. Rubio trabaja en esta puesta los alcances de la intervención urbana. En Montevideo utilizó varios espacios como la explanada del teatro Solís, la Plaza Cagancha, la peatonal Sarandí y el lago del Parque Rodó entre otros. Seis camas totalmente vestidas de blanco y una actriz sentada a la espera de su próximo espectador: lo privado se transforma en público, el espacio público despliega otra forma posible de uso, de ser y estar en el momento presente. La explanada con seis camas blancas: una imagen potente para espectadores prevenidos y desprevenidos. El espacio urbano y el teatro descubren otra mirada posible, otra forma de vivenciar el paisaje, otros marcos de expectación y, en cada uno de ellos, miles de significados posibles.
En
plena ciudad con su flujo cotidiano, una cama puede, sin embargo,
aislarnos del contexto. Actriz y espectador durante diez minutos -y
en el tiempo y espacio otro- quedan suspendidos en una alteridad
ficcional. En un ritmo signado por los gestos, el vaivén de
sensaciones que transmite la palabra, el universo sonoro de las
sábanas con el telón urbano de fondo y las sensaciones kinésicas y
táctiles que permite la cercanía, el tiempo cambia también sus
coordenadas reales. Todo transcurre como un acontecimiento tan
ficticio como real. Los participantes del acontecimiento se acuestan
a cielo abierto mientras varios transeúntes expectan la situación
no cotidiana en ese rincón citadino. Los espacios elegidos son
propicios para instalar un juego con la multiplicación de miradas,
de interpretaciones, con la curiosidad del ojo ante lo imprevisto.
Seis camas nos sacan del lugar común de la mirada. Invitan a ver un
Montevideo otro, a descubrir espacios posibles y flexibles para la
ficcionalización sin grandes estructuras. Las cámaras captan
momentos pictóricos y dramáticos mientras el hecho ocurre, se vive
como experiencia. Toda experiencia transforma y Rubio demuestra que
el teatro es una potente expresión transformadora del aquí y ahora,
efímera como eterna, transitoria como permanente.
#Foto de Lucía Cóppola (https://www.facebook.com/lubenica.luar)
En febrero y marzo regresa Todo lo que está a mi lado, en la que participan actrices uruguayas. Más información: