6 de octubre de 2011

La huella de Sepé: Un teatro 24 horas




La idea del proyecto partió de una búsqueda: un director y sus actores se lanzan a la ruta, una realizadora y su cámara-personaje los acompaña, el grupo comparte un itinerario basado en el periplo vital del último cacique charrúa Sepé. En ese tránsito (real y ficcional) entre el montaje teatral y el registro fílmico la pesquisa acerca de aspectos de la historia y de la identidad nacional encuentra su mejor expresión en un lenguaje puramente experimental. El resultado de este viaje-investigación es la serie La huella de Sepé que se emite por TNU los domingos a las 18:30 hs, a partir del 2 de octubre.

Como lo decíamos en alguna oportunidad, difícilmente pueda llegar a ser escrita la historia de un cacique charrúa. Sus nombres aparecen vinculados a episodios de mayor o menor relevancia, pero no hay cómo enterarse de otros pormenores o detalles de sus vidas. Bajo esos aspectos, el origen e historial del cacique Sepé resultan particularmente confusos.[1], afirmó el historiador Eduardo F. Acosta y Lara en un artículo sobre el linaje charrúa en Tacuarembó, del que se cree el último que llega hasta nuestros días es el de Sepé.
La gesta de este viaje en torno a la figura del cacique nació en 2009 cuando la compañía teatral Identidad Antídoto comenzó a crear la obra (que les da nombre) para presentar en el Cabildo de Montevideo en el marco del primer Festival Internacional de artes escénicas Setiembre escénico (octubre 2009). Su proyecto ganó una convocatoria del programa Laboratorio del MEC llamada ‘Tierra Adentro’ que premiaba proyectos de investigación escénica en el formato semi-montaje, basados en algunos tópicos históricos como los sucesos del año 1825, la figura de Artigas y los hitos que dieron inicio a la identidad uruguaya. Este proyecto unió al equipo de trabajo conformado por Yamandú Cruz (actor), Sergio Gorfain (actor), Lucía Fernández (realizadora audiovisual) y Rodrigo Spagnuolo (director, actor).
La particularidad que define a la compañía es la experimentación y la integración del teatro con el lenguaje audiovisual. El antecedente inmediato fue el Proyecto Quiroga, en el que participaron Yamandú Cruz y Sergio Gorfain (junto a un equipo entre los que se encontraban Roberto Suárez, Soledad Pelayo y Sebastián Barcia) experiencia creativa que integró la intervención teatral de la realidad con el lenguaje audiovisual en la región de Salto. “Cuando se conformó el equipo quisimos buscar un lenguaje experimental, forzar el lenguaje teatral para ver hasta dónde podía llegar y reflexionar sobre la historia y los orígenes de la identidad nacional”, afirmó el director Rodrigo Spagnuolo.
En aquella primera experiencia del 2009 con la puesta de Identidad Antídoto el equipo trabajó sobre la interacción directa con el público que compartía experiencias y anécdotas de sus vínculos con la historia e integró la idea de itinerancia, pues una serie de incidentes que le ocurrían a los personajes generaban el tránsito de actores y público desde el Cabildo hasta el bar Tasende. Además del concepto de itinerancia la propuesta de la compañía fue trabajar con incógnitas y generar la sorpresa en el público. “Desde el momento que ocurría un accidente que a los actores los afectaba (el Cabildo tenía que cerrar y el equipo se tenía que ir de allí), el público se ponía la obra al hombro entonces ayudaban con los cables, otros sostenían una computadora, etc. Se trabajó sobre la multifocalidad, pues había múltiples lecturas. Cuando llegábamos al espacio del bar estaba el antropólogo Renzo Pi-Hugarte en un programa de radio hablando sobre temas históricos vinculados a los sucesos históricos que se trataban en la obra (en particular el Abrazo del Monzón) El público participaba de esa conversación, hacía comentarios, se pasaban fotos, la cámara los filmaba y se amplificaba lo que ellos expresaban, eran parte del espectáculo”.
Como decisión creativa del equipo la cámara se presentó como un personaje más que se integró al público y a la dinámica propuesta por los actores. Al respecto sostuvo el director: “Proyectamos clips que eran parte de la experimentación, sobre instancias previas al semi-montaje de sesiones de rodaje que hicimos en la búsqueda de ficción (intervención con alumnos del liceo Miranda, instancia en la Radio Vilardevoz, etc) o sobre hechos que estaban sucediendo con el público en vivo. La cámara así pasó a ser un actor más, un personaje que estaba contando algo para compartirlo con el público.” La realizadora Lucía Fernández recordó que durante la puesta la cámara fue un elemento más con el que jugar y experimentar. La cámara proponía situaciones a los actores y se establecía un ida y vuelta, un diálogo natural.
Otra característica del proyecto fue la implicancia del espectador que participaba activamente, hacía comentarios, intercambiaba anécdotas y reflexiones. “La identidad es un concepto en constante transformación. Nosotros no podemos generar una definición de identidad, sería absurdo. Lo que quisimos fue crear un espectáculo que ejercitara al espectador en la dinámica de reflexionar sobre la identidad y poder revisitar la historia constantemente, vincular los hechos históricos y presentes, hacer un constante revisionismo”, dijo el director.
Comienzo del viaje
A partir de este semi-montaje, del que participaron tres personajes además de la cámara (el director, el actor 1 y el actor 2), surgió la necesidad de continuar con el proyecto de investigación. Esta vez los personajes partirían tras los rastros del cacique Sepé según explica su director: “Esos mismos personajes luego de la instancia del Cabildo siguen profundizando en el tema de la identidad, y llegan así a los pueblos nativos, los indígenas y los charrúas, dando con un personaje de las crónicas etnohistóricas que cautivó nuestro interés: Sepé.”
El director junto a los dos actores y la cámara se lanzaron a la ruta siguiendo el recorrido geográfico que el cacique vivió. El itinerario parte de Montevideo y toma a Salsipuedes como primer destino, ya que Sepé logró evitar la muerte en este sitio conocido por el ataque y la matanza de los indígenas charrúas a manos de las tropas dirigidas por Bernabé Rivera. La ruta recorre el departamento de Tacuarembó sitio donde Sepé vivió sus últimos años, pasa por el pueblo Bernabé Rivera en Artigas que toma su nombre porque fue allí donde Sepé le dio muerte al militar, recorre Yacaré Cururú también en Artigas, Tiatucurá en Paysandú, la localidad de Masoller en Rivera, y llega a Brasil (Río Grande do Sul) porque allí vivió Sepé durante diez años durante la Guerra de los Farrapos y donde se cree puede estar el cráneo del cacique.
En este recorrido los personajes intervienen la realidad e interactúan con personas de las localidades que visitan, entrevistan a académicos y lugareños que van conformando un relato diverso en torno a este personaje histórico. Lejos de tratarse de una investigación histórica el planteo de la compañía es abrir puertas a partir de la intervención de los actores con el medio. La realizadora Lucía Fernández afirmó sobre la experiencia: “Estos personajes parten desde la ignorancia sobre la historia. Entrevistan a historiadores, antropólogos, personas interesadas o vinculadas con el tema, y es desde el desconocimiento que abren las puertas para que los demás puedan hablar. Hay además una aceptación de todas las posturas.
Según el director el público va entrando con los personajes en el juego: “lo que se plantea es la fragilidad: son actores, no saben investigar. Desde el inicio tratamos de dejar de lado los prejuicios y preconceptos y eso nos permitió que opinen personas entendidas en el tema como reconocidos antropólogos o cualquier persona que encontramos en una plaza y que ambos, desde su lugar, colaboren y aporten algo al proyecto. Trabajamos desde esa fragilidad, por ejemplo, hay niños en las escuelas que nos guiaron en este camino”. La serie de diez capítulos contará con las intervenciones, entre otros, de Ernesto Michoelsson (profesor de historia e investigador), Mónica Sans (bióloga, antropóloga), Darío Arce (antropólogo), Gonzalo Abella (escritor), Bernardino García y su esposa (bisnieto de Sepé).
El grupo asocia la idea de antídoto al concepto de identidad (Antídoto Films es quien coproduce junto a TNU esta serie) Sobre esta postura Rodrigo reflexiona: “Los Estados latinoamericanos que tienen independencias recientes, buscan la identidad nacional como forma de unificarse, y en realidad cualquier definición de identidad queda caduca al día siguiente, por su constante evolución. Tal vez nuestra identidad es que somos todos distintos. El concepto de antídoto se vincula a la idea de que el arte es siempre liberador, cumple la función de abrir distintas perspectivas, sin ser una cuestión estática. La historia también puede ser así, quien la visita con emoción encuentra todo el tiempo nuevas lecturas a los hechos. Creo que el antídoto es ejercitarse en uno mismo ser el interprete de su identidad”.
Tal vez por ello una parte importante de este proyecto fue llevar, a través de los personajes, información de un lugar a otro. “En Tacuarembó la mayoría de la población tiene ascendencia indígena y hay distintos niveles de compromiso. Algunas personas muestran orgullo, otras comparten el misticismo del asunto, hay agrupaciones que reivindican los derechos. En todas las áreas hay un interés sobre el tema y en ese sentido los avances tecnológicos en el campo de la antropología están aportando constantemente nuevos datos a quienes les interesan estos temas. Ejemplo de ello son las investigaciones del grupo de arqueólogos del LAPPU que pudimos conocer en Pago Lindo, Tacuarembó, y que están realizando excavaciones en ‘cerritos de indios’ con el apoyo del gobierno español. Pudimos ver que acerca de los ‘constructores de cerritos’ hay múltiples opiniones en la población y estas irán variando a medida que se vaya aportando más información desde las esferas científicas. Acerca de este tema a veces nos hemos encontrado diciendo que el arte puede oficiar de articulador entre ciencia y sociedad, compartiendo información en ambas direcciones. Es por eso que constantemente estamos buscando en nuestro trabajo maneras de incorporar lo participativo en el lenguaje, tanto en las intervenciones en vivo como a través de la red.
Teatro 24 horas
Una vez iniciado el viaje Rodrigo, Sergio, Yamandú y Lucía (cámara en mano) trabajaron continuamente desde la piel de sus personajes en la intervención con la comunidad. Para Rodrigo “en el proyecto todo forma parte del teatro, intervenimos la realidad constantemente. Apareció un concepto que manejamos en todo el proyecto que es el del ‘teatro las 24 hs’. Cuando participamos de programas de radio y televisión locales, las personas con las que interactuamos veían que estaba instalado el circo y eso es lo que buscamos trabajar: el teatro 24 horas.
Para Lucía, quien acompañó a los actores desde el registro fílmico, lo que sucede con estos personajes es que hay una cámara que, como pantalla, es un marco de acción, pero la realidad es el verdadero marco de acción de estos personajes. “Por más que la cámara se apague o se entretenga en otros detalles los personajes siguen interactuando con las personas y la realidad, por eso hablamos de un teatro 24 horas. Una vez que se instalan los personajes y estamos en viaje el proceso es un continuo.” Acerca del modo de registro y continuando en la búsqueda de experimentación del lenguaje audiovisual aseguró: “La cámara no es como el ojo de un detective sino que entra en el juego de la propuesta actoral, es un ser vivo. Su ojo es el que cuenta la historia, además también interviene con diálogos, es un personaje más.”
Sobre las resonancias de este proyecto en las comunidades que visitó el director afirmó: “Hay mucho material que escapa a nosotros. Es lo que quedó en los lugares, en los sitios de internet, las radios, los canales. Esa es la verdadera investigación. En cada instancia nos planteamos qué ingrediente agregar, pero la raíz del proceso es algo vivo. Como equipo necesitamos que se difunda la serie antes de terminar este proyecto porque su repercusión nos dejará entender cuál es el verdadero escenario. Como instancia final nos proponemos llevar nuevamente una puesta teatral acabada a los lugares que visitamos en este recorrido”.

[1] Eduardo F.Acosta y Lara. “Un Linaje Charrúa en Tacuarembó”(a 150 años de Salsipuedes), Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias, Serie Ciencias Antropológicas, Vol 1 Nº 2, Montevideo, 1981.

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