Acerca de un acontecimiento
El crítico y teórico argentino Jorge Dubatti define
el teatro como un acontecimiento. En este 2012 -como todos los años- Montevideo
tuvo cientos de estrenos con propuestas diversas e inabarcables. De todas ellas
Bienvenido a casa, dirigida por
Roberto Suárez fue el acontecimiento teatral del año. El boca a boca acercó a
público habitual de teatro (que esperaba este estreno con ansiedad, como los
niños esperan su regalo de cumpleaños) y también a muchos espectadores que,
aunque no tan acostumbrados a asistir a una sala, salieron deslumbrados ante la
entrega de aquel grupo de actores que dejaron alma y vida función a función. No
es poco decir que ese mismo equipo levantó las paredes del teatro donde se
realizó la puesta (la nueva sala del Teatro La Gringa, que siempre recordaremos
por ser el lugar de estreno de Bienvenido
a Casa) Ese poderoso sentimiento de apropiación se transmite al público desde
un lugar de energía que no puede explicarse (ni quiere) teóricamente.
Las palabras sobran tal vez
porque, como lo dice Dubatti, el teatro es acontecimiento, cultura viva y sin
duda para el espectador de Bienvenido a
casa primó la experiencia. Lo singular de esta propuesta fue el apostar a
una convivencia durante dos días, el espectador se entregó y participó
activamente del juego teatral propuesto. No sólo aceptó conscientemente
compartir el aquí y ahora cuidadosamente creado por el equipo, adentrarse a ese
universo otro, paralelo y alternativo, sensitivo y multiplicador; en muchos
casos volvió a repetir la experiencia pues la explosión de expresiones y el rico
ejercicio sensitivo de recepción que la obra planteó a su público hizo que
valiera la pena volver a repetirse.
Puedo hablar muchísimo del
trabajo del elenco, increíble en el logro de los estados emotivos y en la
construcción de personajes complejos, sensibles y potentemente expresivos. Un
elenco que agitó a la cartelera montevideana recordando que la fortaleza del
teatro anida en su potencial vivo. Un elenco que movilizó sentimientos tan
contradictorios como la risa y el llanto y que recordó que el teatro puede
hacerte reflexionar mientras te entretiene. Todos ellos parados sobre una
plataforma firme que fue el resto del equipo, sólido, unido, pasional. No es
común ver el resultado de un trabajo con al menos dos años de ensayo. Eso habla
de entrega, de profesionalismo y de pasión por lo que uno hace y esa combinación
sólo puede resultar en una obra artísticamente comprometida y removedora.
No me canso de observar en
detalle los afiches de Sebastián Santana y la coherencia estética y expresiva que
mantienen con el proyecto, ni las fotos de Manuel Gianoni. Hay un trabajo
estético y visual que complejiza al conjunto y no subestima al espectador. Desde
el lugar de la recepción eso se agradece. La obra incluye a su público pues lo
entiende parte necesaria para completarse. Y es que la vivencia en el teatro es
al menos entre dos. “El teatro sabe” afirma el director y dramaturgo argentino Mauricio
Kartun, el director Roberto Suárez y su grupo conocen sin duda ese saber y nos
brindaron el acontecimiento teatral del año 2012.