En abril el teatro El Galpón presentó en su sala cero una obra invitada de teatro performático llamada Las investigaciones. Investigación escénica sobre el animal que habla. Adrián Pascoe, su director, nació en México, es actor profesional y Licenciado en Filosofía por la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) Conversamos en esta entrevista sobre la gestación de este proyecto, los descubrimientos escénicos del trabajo, y los desafíos planteados por la investigación en el elenco.
¿Cómo se gestó la idea de este proyecto?
-Adrián Pascoe: Quería abordar la relación con la palabra y empecé a formular un proyecto; en un inicio se llamó “logos”. Rápidamente empezaron a consolidarse acciones en mi cabeza, como serruchar un libro, o escribir sobre papel, quizá escribir una frase con ideogramas chinos. Lo importante era deconstruir escénicamente esta fundamental y civilizatoria relación entre el homo sapiens y los significantes –ya sea en sonidos, en gesto, imagen, etc-. Siendo tan íntima esa relación me pareció correcto tomar como dispositivo escénico el medio círculo, pues obliga al público a estar en colectivo.
¿Qué líneas de trabajo se plantearon para investigar sobre el lenguaje?
-AP: Plantée 4 líneas de investigación:
1-Lenguaje y poder, es decir, política, la posibilidad de convencer y de imprimir leyes que rigen la existencia de los otros animales, la cartografía también entra aquí, la división de los territorios, la imposición y la justificación histórica, la institucionalización de la fe, etc.
2-Lenguaje e impoder, es decir, las zonas del lenguaje más alejadas de la configuración de la existencia material donde está la poesía, la ficción, lo innombrable, la mística sin politización, la existencia del pensamiento libre.
3-Lenguaje y cuerpo, es decir, todo lo referente a la danza, erotismo y alimentación, sin politización, lo referente a las experiencias en sí mismas cruzadas por la posibilidad del lenguaje. El cuerpo como significante juega en toda la obra un peso primordial, pues el cuerpo es el soporte de la existencia misma, en algún sentido, es lo único que hay.
4-Lenguaje y verdad, acá entra todo otra vez, más ciencia, ficción, fe, terapia, y todo aquello que pase por la convicción y por la producción de verdad. Realmente el lenguaje tiene por esencia la creación de realidad y ese es uno de los puntos claves.
¿Cuál era su experiencia previa en teatro performático?
-AP: Yo participé como ejecutante en el proyecto “Homo politicus. México DF 2005” con el director español Fernando Renjifo y su compañía “La república”. Esa oportunidad fue trascendente para mí como artista pues nos presentamos en México, Cuba y España. Con esa gira aprendí mucho sobre cómo funciona la escena performativa.
¿Qué posibilidades expresivas y creativas les planteó la modalidad performática?
-AP: En artes escénicas lo performativo permite plantarse sin personaje de una historia, uno se planta desde una presencia más contextual como “humano en este momento”. Esto se inscribe dentro de lo que Bourriaud llama ‘la estética relacional’, que es la nueva versión de una estética marxista. La ficción corre el riesgo de ser puro divertimento y en ese sentido pareciera jugar a favor de los sistemas dominantes. En cambio el formato performativo se coloca en favor de la conciencia y de la reflexión. Nos vino muy bien este dispositivo pues la idea de confrontar al público con su manera de ser lenguaje parte de obligarlos a mirar, de obligarlos o ser mirados, de obligarlos a pensar, aun cuando sea incómodo.
¿Qué desafíos les planteó este proyecto desde el punto de vista actoral?
-AP: Como actor, director, productor e iluminador vivo de manera muy parcial el ser actor en escena. Pero según charlamos en el equipo les ha brindado placer despojarse del “personaje” pero ha sido también un suceso de mucha exposición el asumirse “personaje”. En escena la forma que uno es aparece, con las parcialidades propias del momento y del observador pero siempre a partir de ti. Eso pesa, no puedes refugiarte en Madam Edwarda, quedas tú frente al público.
¿Qué expectativas tenían antes de estrenar con respecto al vínculo con el público? ¿Cómo ha sido ese vínculo en las diversas presentaciones?
-AP: Sabíamos que las provocaciones planeadas tendrían múltiples consecuencias, específicamente hacerles preguntas sería muy tentador para el público, pues es natural contestar, más allá de que en la zona de la obra en que hacemos 62 preguntas consecutivas la idea es que sean escuchadas, pero pasó de todo. Pues los silencios entre preguntas son muy tensos. En la primera función en la sala cero del Galpón, la media de edad era de 65 años y nos pasó que contestaron todas las preguntas y en volumen completamente audible, fue muy bonito y renovador. Igualmente las preguntas que hacemos están diseñadas para desestabilizar, primero son fáciles y obvias las respuestas, después se complica. “¿Querías tener hijos? ¿te arrepentís? ¿estás obligado a querer a tus hijos? ¿y a tu pareja?”
Una escena que me interesó mucho es la de la ronda en la que comparten un choclo, ¿cómo llegaron a esa escena y qué búsqueda es la que plasman en ella?
-AP: Por un lado la nutrición es algo que fundamenta al cuerpo y en ese sentido, si estamos hablando del animal que habla, es una acción propia de cualquier animal el alimentarse, por otro lado, los homínidos con pulgar somos de los pocos animales que hacemos del comer un evento social. Además de eso se podrían leer más cosas en esa escena. En Buenos Aires un asistente a la obra vio en esa acción que la energía femenina es la que posibilitará la salvación de la humanidad. También fue interesante descubrir lo bien que sabe un choclo crudo: ¡increíblemente dulce!
¿Esta obra es parte de un proyecto mayor que la incluye? ¿Han continuado en el trabajo de investigación de la escena?
-AP: El grupo se consolidó estable tras esta creación y estamos diseñando el próximo proceso, sin embargo por ahora buscamos una segunda temporada en Buenos Aires para mostrar el trabajo y su maduración.
¿Qué caminos inesperados descubrieron en el rumbo de esta investigación?
-AP: Podría decirte que lo más inesperado fue percatarnos de lo fecundo que es el error y el problema. En ese sentido la palabra error es falaz, pues el error se transforma en acierto cuando se cambia de perspectiva. Me parece que la conformación del grupo fue uno de los mayores retos que enfrentamos y después encontrar un tono general para estar en escena.